Diario Electrónico de Mejillones

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Cultura

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Las siete maravillas del Mejillones antiguo

Wilfredo Santoro Cerda

Los que pregonaron que Mejillones nació como una caleta de pescadores, cuan alejados están de la realidad. Los orígenes de Mejillones están ligados a la minería. Específicamente al guano. Y cuando se habla del guano hay que calibrar la importancia que ese producto tenía en ese tiempo. Estamos hablando de la segunda mitad del siglo XIX, una época en que el mundo giraba en torno a Europa, en que la explotación del salitre aún no se iniciaba, en que el hambre asolaba al Viejo Continente, todo debido al agotamiento de sus tierras agrícolas. A la inversa, nuestro vecino Perú prosperaba a costa de ricos yacimientos guaníferos (Islas Chinchas).

Chile comenzó la explotación de guano blanco en roqueríos costeros e islotes, pero este producto se terminaba muy rápidamente debido a que era superficial. La riqueza se centraba en el guano rojo, como se conoce a los restos fósiles no sólo de excrementos, sino también de cuerpos de aves y Chile carecía de éste.

El descubrimiento del guano blanco por parte de Domingo Latrille en 1841 motiva al presidente Manuel Bulnes –1842- a dictar una ley que establece como límite norte de Chile el paralelo 23.

El 23 de noviembre de 1858 la gloriosa corbeta Esmeralda desembarca en la rada de Mejillones a un perito, un Diputado de Minas y otros agentes, quienes demarcan el paralelo 23, límite norte de Chile, majestuoso hito que aún se yergue altivo en las proximidades de Chacaya. Este hito marcó la frontera con Bolivia hasta el 13 de diciembre de 1866, fecha en la cual Chile retrocede hasta el paralelo 24 -entregando Mejillones y Antofagasta a Bolivia- en virtud a un tratado internacional con el país vecino. Este hito lo hemos considerado como la Primera maravilla del Mejillones antiguo.

PRIMERA MARAVILLA: Hito que demarca el paralelo 23. Fue construido el 23 de noviembre de 1857 por peritos y tripulación de la gloriosa Esmeralda. Se halla en las proximidades de Chacaya y señalaba el límite norte de Chile entre 1842 y 1866. (Fotografía: Florentino Novoa Saavedra. Aparece: Wilfredo Santoro Cerda).

La segunda maravilla tiene relación con el descubrimiento del guano rojo para Chile. Este hallazgo lo realizó Juan López –el “Chango” López- en marzo de 1862, en la cumbre del Morro de Mejillones. La explotación es realizada por la sociedad conformada por López y Matías Torres, este último inversionista. Posteriormente se les sumará Juan Garday. Los caminos carreteros que esta sociedad construyó entre las quebradas -desde el Morro a Playa Blanca- aún existen hermosos y secretos. Son la única obra palpable del “Chango” López, sin duda el personaje más fascinante de la zona norte. Estos caminos son la segunda maravilla.

SEGUNDA MARAVILLA: Estos fueron los caminos carreteros construidos en 1862 por la sociedad guanera del Chango López. Permitían bajar el producto desde el morro hasta las proximidades de Playa Blanca, a una zona conocida actualmente como Caleta Ño Robles o Ancora. Se trata de los únicos vestigios materiales que dejó el Chango López.

El siguiente elemento de nuestro pasado es la casa del barón francés Arnoux de la Riviere, otro personaje de fábula. Negoció tratados internacionales a su favor entrevistándose directamente con los mandatarios de los países. Elegante aventurero, llevaba un pedacito de la aristocracia francesa a cada lugar que habitaba, por lo cual se construyó una hermosa casa de ladrillos rojos en La Caleta, cuya mayor cualidad era un balcón que daba directamente al mar. Con su peluca y su noble práctica de empolvarse la cara, bebía el más finísmo champagne –importado exclusivamente para él- mientras preparaba sus delirantes proyectos. Los restos de esta casa son la tercera maravilla local.

TERCERA MARAVILLA: Aquí se erguía la casa más hermosa del Mejillones del siglo XIX: la casa del barón de La Riviere. De ladrillos rojos y con terraza que daba al mar el noble la convirtió en un sitio de gran refinación. Fue barrida por el maremoto de 1877.

El cuarto lugar –cronológico- lo ocupan los únicos elementos que debieran ser formalmente monumento nacional: las bases del Edificio de la Intervención Chilena en Mejillones, también conocido como Casa Chile. Este se halla al interior de un recinto particular: la ex cancha de guano de la empresa Fertilizantes. Allí nos recibió José Fernández, una persona gentil y comprometida con la identidad de las ciudades en que se hallan sus empresas. Este edificio aún existe. Está emplazado en Antofagasta y alberga al Museo Regional. Es monumento nacional y el edificio más antiguo de toda la zona. Por extensión sus bases –la cuarta maravilla del Mejillones antiguo- debieran ser también monumento nacional.

CUARTA MARAVILLA: Las bases de la Intervención Chilena en Mejillones, edificio que fue trasladado a Antofagasta en 1888, siendo el más antiguo de ambas ciudades. Se halla al interior de la ex-cancha de Fertilizantes. Por ser monumento nacional sus bases también debieran serlo.

La quinta maravilla la constituye el lugar donde se alzaba el galpón de la sociedad explotadora de cobre constituida por el barón De la Riviere y el empresario minero José Díaz Gana. Su importancia radica en que desde ese lugar salió la caravana encabezada por José Ramón “Cangalla” Méndez y que el 25 de marzo de 1870 descubrió una quebrada de plata. Este yacimiento fue bautizado como “Caracoles” y motivó que el “despoblado” de Atacama se llenara de miles de aventureros -mayoritariamente chilenos- en una verdadera fase de colonización.

QUINTA MARAVILLA: En este lugar se hallaba el galpón de la sociedad exploradora de cobre conformada por José Díaz Gana y el Barón de la Riviere. El valor de este lugar es que desde allí sale la expedición que descubre la mina de plata de Caracoles, lo que gatilló el poblamiento del Desierto de Atacama por chilenos.

Un aspecto relevante de la importancia que tuvo esta localidad en el siglo XIX está dado por la existencia del ferrocarril Mejillones-Caracoles. Aunque fue un proyecto finalmente abortado, dicho ferrocarril –partiendo desde La Caleta- se adentró varias millas al interior del desierto. Se comenzó a construir el año 1873 y pasaba exactamente por la carretera que empalma con la ruta Antofagasta – Tocopilla. Los vestigios de su plataforma -desprovista de andamios y rieles- aún puede verse a continuación de la mencionada ruta, adentrándose porfiados al desierto hacia una mina de plata que no alcanzarán jamás. Esta plataforma ferréa es la sexta maravilla

SEXTA MARAVILLA: Este es el sello del ferrocarril Mejillones - Caracoles, que también fue conocido como "ferrocarril boliviano". Partía desde La Caleta, pasaba por el centro de Mejillones y salía por la actual carretera que empalma con el camino a Tocopilla (Cristo en el camino)

El último gran recuerdo que subsiste de aquel glorioso e histórico siglo XIX es el cementerio que acogió los restos de la tripulación del Huáscar el 9 de octubre de 1879. Este camposanto aún se halla intacto, aunque vacío. En su momento acogió 31 cuerpos y los restos mortales de Grau, que fueron sepultados bajo una “cruz con letras negras”. Antes de dos semanas los restos de Grau fueron enviados a Valparaíso. Los 31 restantes cuerpos fueron repatriados el 2 de julio de 1890. Este cementerio constituye la séptima maravilla del Mejillones antiguo.

SEPTIMA MARAVILLA: Vestigios del cementerio que acogió a Grau y la gloriosa tripulación del Huáscar, que tras el combate naval de Angamos fue sepultada en este lugar. Permanecieron acá hasta 1890, año en que fueron repatriados al Perú. No obstante, el lugar mantiene intactas las tumbas vacías y su simbolismo.

Los detalles respecto a estas afirmaciones se hallan en una investigación que desarrolla la Escuela Literaria “Azotacalles”. Se trata del proyecto “Area patrimonial La Caleta” mediante el cual los escritores solicitan que se declare una zona de 30 hectáreas como “zona patrimonial” destinada a educación superior. Se pide que desde ya un sector tan rico en historia como lo es La Caleta se fije como futura zona universitaria.

El proyecto también contempla la reedición del libro “Las huaneras de Mejillones”, texto lanzado en 1863 por la sociedad Juan Garday-Matías Torres y Juan López y que narra el descubrimiento del guano rojo en el Morro de Mejillones por parte del “Chango” López. Este libro -misteriosa y convenientemente para los fines centralistas- desapareció de circulación.

Por último, el proyecto también considera la publicación de un libro que recoge toda esta historia que contamos hoy. La responsabilidad de este trabajo ha recaído en los escritores de “Azotacalles” Florentino Novoa Saavedra y Wilfredo Santoro Cerda.