Diario Electrónico de Mejillones

Fundado el 2 de noviembre del 2001

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Cultura

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Mejillones: una identidad cautiva

Wilfredo Santoro Cerda

Durante más de un siglo Mejillones ha carecido de identidad. Su pasado se asociaba a una humilde caleta de pescadores y los intelectuales nortinos menoscaban su rol, al extremo que algunos de sus hijos tuvieron que publicar un libro denominado “Mejillones, un pueblo con historia”, buscando enfrentar ese mito. ¿El antiguo devenir de Mejillones tuvo algún grado de relevancia o no somos más que una crecida y mutada caleta de pescadores?

En los albores de este siglo XXI no cabe la menor duda que la capital del norte grande es Antofagasta. Voy a partir de la base que la identidad necesariamente la entrega la historia y la historia no es más que una ligazón de hechos que provocan impacto en las comunidades humanas. Para que una persona se sienta parte integral de un entorno debe sentirse ligado a éste. Por la admiración hacia quienes lo antecedieron, por el orgullo que le provoca el desarrollo que logra, por la emoción que le generan sus paisajes, por el mensaje que le entregan sus artistas.

Mejillones tiene en demasía esos elementos. Tiene una historia notable que haría enorgullecer hasta al más insensible de los ciudadanos. No obstante, esa historia maravillosa nadie la conoce. Ni los maestros que enseñan Historia en sus colegios, ni las autoridades, que bautizan sus calles ni sus intelectuales, que escriben libros desprovistos de esencia.

UNA HISTORIA NADA MAL

Voy a hacer un meteórico paso por esa historia que debiera llenarnos de orgullo. Primero: la primera gran crónica que se escribe de esta parte del mundo se la debemos al español Pedro de Cieza de León, quien en 1550 mencionó sólo 3 puntos del actual norte chileno cuando tuvo que hacer una síntesis: Arica, el puerto de los Moxillones y Copayapu (Copiapó). En otras palabras, hace casi cinco siglos Mejillones ya era considerado uno de los tres puntos geográficos más relevantes de toda esta extensa zona, tenía un nombre que perduró por medio milenio y que sólo mutó de Moxillones a Mejillones.

Segundo: Mejillones fue –desde el 31 de octubre de 1842 y hasta el 13 de diciembre de 1866- el límite norte de Chile, punto demarcatorio con Bolivia que tuvo en la “Abtao” –y cada cierto tiempo con la Esmeralda- protección naval permanente, precisamente por su importancia estratégica.

Tercero: durante estos 24 años en que Mejillones fue la frontera norte de Chile, el legendario Juan López descubrió guano rojo (febrero de 1862). Eso ahora no parece importante, pero es trascendental en la historia de Chile. ¿Por qué tan importante? en primer lugar, porque Chile no tenía guano rojo y a la inversa, Perú –eterno rival- tenía un floreciente comercio a costa de esa industria. Segundo elemento importante del guano rojo: se trata de guano fósil, por lo que su extracción tiene la característica de yacimiento. En otras palabras, su explotación estimula poblaciones permanentes, al contrario del guano blanco que es superficial, se acaba rápidamente y genera campamentos de mucha movilidad. Objetivamente el descubrimiento del guano rojo generó la fundación de Mejillones, al contrario de lo que ocurrió con el guano blanco, cuya explotación fue nómade.

Cuarto: El descubrimiento del guano rojo el año 1862 –y no del salitre que en ese entonces no estaba siendo explotado considerablemente- generó la serie de tratados, como el del 1866, en que se corrió la frontera desde Mejillones al sur de Antofagasta, pasando este territorio chileno a propiedad boliviana y el Tratado de 1875, donde se elimina la repartición de las utilidades del guano y es establece una prórroga de 25 años para el cobro de gravámenes a productos chilenos entre el paralelo 23 y 25. El incumplimiento de ese tratado por parte de Bolivia al establecer un impuesto al quintal de salitre generaría la guerra. Pero la génesis de esa guerra fueron los tratados surgidos por el descubrimiento del guano rojo que realizó el “Chango” López.

Quinto: La repartición de utilidades del guano rojo de Mejillones obligó a la construcción de una aduana, que fue llamada el Edificio de la Intervención Chilena en Mejillones, que es el primer edificio público construido por Chile en esta zona y que aún se halla en pie, como Museo Regional, en Antofagasta. Este edificio también se suele considerar como la primera construcción prefabricada del país.

Sexto: Las reclamaciones de la Sociedad guanífera compuesta por el “Chango” López, Matías Torres y Juan Garday conforman lo que sería el primer libro referido exclusivamente a esta zona, que se denominó “Las huaneras de Mejillones”. Este libro es nada menos que una crónica pormenorizada acerca de cómo el Chango López descubrió el guano rojo de Mejillones. Una especie de “La Araucana” regional por lo épico y trascendente de su relato, que en si constituye una verdadera epopeya.

Séptimo: El 14 de septiembre de 1869, en Mejillones, se traza el primer plano de Antofagasta, que en esos momentos no es nada más que un caserío. En otras palabras, nuestro gran vecino nace vinculado directamente a Mejillones.

Octavo: Desde La Caleta –Mejillones- sale la tercera expedición, esta vez liderada por el “Cangalla” Mendez. Sus financistas son José Díaz Gana y el barón Arnoux de la Riviere, ambos residentes en La Caleta. Esta expedición descubre a principio de mayo de 1870 el cerro de plata que denominarían “Caracoles” y que provocaría el flujo humano al cual –proveniente de Chile- le quedó más cerca Antofagasta que Mejillones, dando origen a la gran ciudad.

¿Y DE QUÉ SIRVE?

Bien, podría seguir enumerando ejemplos, pero creo que esos bastan. Ninguno de los hechos mencionado provoca el orgullo de los mejilloninos. Es más, los mejilloninos ni siquiera tienen idea que estos sucedieron. En otra palabra, no generaron identidad. De la mayoría de estos se apropió Antofagasta, que otorgó al “Chango” López el rango de su fundador, le levantó estatuas, le puso su nombre a una población, a un balneario... y paseándose por Antofagasta uno encontrará la calle Díaz Gana, Barón de la Riviera y... grrrrr.... Caracoles y Mendez (el Cangalla)

¿Qué cosa hizo que Mejillones perdiera tanta identidad? Le he dado bastantes vueltas a esa pregunta y estoy chocando con una sola respuesta. Una respuesta que no me deja satisfecho... pero está ahí... desafiante... irrebatible: toda esa identidad fue borrada por un solo hecho, que constituye el mayor orgullo de los mejilloninos: el Combate Naval de Angamos. El orgullo que provoca esta gesta armada borró toda la civilidad que le precedía.

Me he preguntado harto por qué el Combate Naval de Angamos tiene tanta repercusión en Mejillones. He tratado de ser lo más objetivo posible y no encuentro ningún elemento que lo ate a Mejillones, exceptó un azar geográfico. Su curso habría sido el mismo de haberse realizado frente a Arica, Iquique, Valparaíso o Punta Arenas.

En primer lugar, en dicho combate no participó ningún mejillonino. Tampoco hubo alguna interacción con la ciudad, en lo que se refiere a disparos de artillería. Es más, desde Mejillones no se vio absolutamente nada. La población debió esperar los informes que les trajo un guanero, que atisbó el paso de la naves desde el otro lado del cerro. Por último, el Huáscar fue capturado casi frente a Michilla, donde ocurrió el combate propiamente tal. Frente a Punta Angamos se produjeron los primeros disparos, pero realizados por naves que iban a máxima velocidad.

El Combate Naval de Angamos es un hecho relevante para Mejillones debido a que por un tema de azar se produjo un poco al sur de Michilla, que queda cerca de Mejillones y los barcos pasaron por acá, detrás de Punta Angamos, donde jamás se vieron.

FALTA DE RIGUROSIDAD

Hay conceptos alarmantes que han sido emitidos por fuentes que debieran ser confiables y que lamentablemente inducen a la confusión. Por ejemplo se ha dicho que el combate naval de Angamos caló tan hondo en el alma mejillonina, que la comunidad decidió instaurar tal fecha como día de fundación de la ciudad. Pero ¿cómo? ¿desde cuando las fundaciones de las ciudades son instauradas por sus habitantes? Eso es ser poco rigurosos. Coloquialmente equivale a que yo elija el día de mi cumpleaños... “¡la pasé tan bien en esta fiesta que la instauro como día de mi cumpleaños!...” es cierto que parece chistoso, pero no borremos de esa forma absurda la verdadera historia de un pueblo.

Más allá de lo pintoresco que puedan parecer estos tropicalismos, hay otro problema aún más grave. Este tipo de intervenciones genera ignorancia. Son miles los alumnos a los cuales se induce errónamente a creer que el 8 de octubre se fundó Mejillones, que se fundó la comuna o que la boya cercana a Punta Cuartel indica donde fue capturado el Huáscar.

Otra manifestación acerca de cómo el Combate Naval de Angamos se ha ido “comiendo” la historia de Mejillones lo constituye la gradual sustitución que han ido sufriendo elementos netamente mejilloninos, reemplazados por otros provenientes de este combate. Por ejemplo: la calle principal de esta ciudad –desde 1907- se llamó Licura. La Junta Militar –en la década del 70- cambió ese nombre por Latorre. La plaza principal también fue bautizada como Latorre.

UNA INICIATIVA COMPLETAMENTE CIVICA

Hay otros casos donde ya parece excesiva la utilización de este hecho bélico. Por ejemplo, la denominación del Liceo de Mejillones. Ese liceo nació de un proceso protagonizado exclusivamente por la comunidad mejillonina. Padres, apoderados y profesores que veían con disgusto la idea que los jóvenes mejilloninos tuviesen que continuar estudios en otra ciudad. Que hicieron sentir como una necesidad imperiosa un liceo en Mejillones. Yo fui parte de este proceso, que duró años y fue un proceso terriblemente civilista... humanista... y le terminaron colocando el nombre de un marino que ni siquiera fue hijo de esta tierra.

Ese Liceo debió llevar el nombre de un connotado mejillonino. Y cuando digo connotado me refiero a un personaje efectivamente ligado a Mejillones y cuya obra tenga que ver con el mundo civil. Tenemos muchos... Neftalí Agrella, Ramón Vergara Grez... el mismo Juan López. Mientras sigamos rindiéndolo culto exclusivamente a lo militar y vamos menoscabando nuestro civismo, seguiremos teniendo una identidad de caleta de pescadores... a pesar de tener un pasado glorioso.

Es por eso que ahora, cuando recuerdo el Combate Naval de Angamos y veo al valeroso capitán Juan José Latorre caturando al monitor Huáscar, no dejo de pensar que –sin quererlo- también capturó la que debía ser nuestra orgullosa identidad mejillonina.