Diario Electrónico de Mejillones

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Las verdades que no se dicen...

Lunes 26 de febrero de 2024 Cultura

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Naguayán y sus aliens gigantes

Wilfredo Santoro Cerda

 

               Fue en primavera de 1988. Últimos días de septiembre o primeros de octubre. Sonaron golpes en la puerta de mi casa pasadas las 1 de de la mañana. Me levanté sorprendido –digamos en pijama-. Entreabrí la puerta y pude ver al destacado docente y amigo Enrique Rodríguez Ardiles. Éste colocó la rodilla como cuña en la puerta e ingresó con una sonrisa. “Tú conoces al prestigioso periodista Jorge Morla Ruiz” –dijo- mientras lo hacía pasar. “Y nos acompaña el no menos famoso director de cine y ufólogo Luis Espinoza Oteíza”. –Es un honor- saludé- mientras acribillaba con una mirada a Enrique, por haberme expuesto en las más precarias condiciones ante un grupo casi académico.

Profesor Enrique Rodríguez Ardiles

            Venían a buscarme para una expedición inmediata a Quebrada “Naguayán”. Espinoza tenía antecedentes de “paleocontactos alienígenas” que necesitaba comprobar. Por tal motivo había acudido primero a Jorge. El periodista lo condujo a Enrique –que vivía en Mejillones- pero estas tres lumbreras no tenían idea de cómo llegar a Naguayán, por lo que recurrieron a mí como “baqueano”.

LA AVENTURA

            Partimos tipo 2 de la mañana en dirección a la quebrada. Fuimos en un vehículo propiedad de Espinoza, que parecía nave espacial. Equipado con cocina, bidón de gas, equipos de comunicación, cámaras y binoculares. El resto lo puso el desierto nocturno, la música de Jean Michel Jarré y el escabroso zumbido eléctrico de las torres de alta tensión.

            Durante la madrugada acometimos la tarea de escalar el cerro que indicaba el plano de Espinoza.  El espectáculo fue definitivamente de otro mundo. Una espesa niebla en la cima degradaba un sol que emitía un salmón sin calor.

UNA MISTERIOSA CAJA

            Tras llegar a la cima nos sentamos en una piedra bastante grande, que sobresalía evidentemente en un terreno plano. Yo me alejé algunos pasos para “explorar” (no sé qué en realidad). De pronto a lo lejos pude notar una cierta agitación entre mis compañeros. El ufólogo había encontrado una caja de lata bajo la piedra que contenía un mensaje. Pude ver el papel y se trataba de escritura manuscrita en tinta verde. Estaba en francés.

            Espinoza explicó que era normal que tras realizar un hallazgo los investigadores dejaban este tipo de referencia, a fin de facilitar el trabajo de quienes prosiguieran el estudio. De hecho tras leerlo lo depositó en la caja y lo volvió poner bajo la piedra. Seguro se levantó y manifestó: “a veinte metros por la ladera norte”. Caminamos raudos y fue Jorge quien notó la simetría. “Estas son” sentenció el investigador.  

LAS HUELLAS

Se trataba de un prolongado tramo delimitado por agujeros bastante irregulares que presentaban características de huellas. Parecían haberse solidificado a consecuencia de los rigores del clima. El ufólogo calculó que dichas huellas sólo podían haber sido hechas por criaturas de 4 a 5 metros.

            “¿No pudieron haber sido dinosaurios?” aporté yo. Se me hizo notar que la más grande de aquellas criaturas antediluvianas no daba pasos superiores a 2 metros, como las que estábamos observando.

Pasada una semana, una persona de Antofagasta dijo que me “había visto en la tele”. Al preguntarle de qué se trataba me dijo estaban entrevistando a un señor que hablaba de ovnis y había estado en Mejillones. En la ocasión mostró las imágenes logradas.

MEMORIA QUE SE ESFUMA

Luego de siete años… -en 1995- estando como reportero del diario “La Estrella del Norte”  conversé con alguien de Telenorte quien recordó la entrevista y quedó de ubicarme la grabación. Poco tiempo después supe que Telenorte estaba cerrando. Acudí presuroso a Avenida Brasil y ya la televisora no estaba. Un encargado extraordinariamente gentil me dijo “le tengo buenas noticias… en el patio hay un tambor lleno de cintas de videos. Si desea puede revisarlo”. Cuando salimos… exclamó “mala suerte… ya pasó la basura”.

Mi última referencia la tuve el año 1999, cuando mirando televisión repentinamente vi a Espinoza Oteíza en “Ovni”, un programa de TVN dirigido por Patricio Bañados. Justamente hablaba de “paleocontactos” y narraba todo su largo periplo por el norte chileno. Mostraba imágenes de varios lugares… y andaba en la misma camioneta “espacial”. No habló de Naguayán pero me pareció ver alguna foto de nosotros. O tal vez fue una asociación personal.   

Más allá de eso, de Naguayán y sus aliens gigantes… nunca más se supo. Por eso hoy he descrito esta curiosa experiencia, para que al menos quede el registro.

De esta forma presentaba a Espinoza TVN en 1999.