Diario Electrónico de Mejillones

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Las verdades que no se dicen...

Lunes 2 de enero de 2023 Cultura

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Capitanía de Puerto de Mejillones

 

LA CAPITANÍA Y EL PROFE DE LA COVADERA

 

Wilfredo Santoro Cerda

 

     Fue por 1969. El profesor de la Escuela número 26 Mario Moreno Carvallo salió desde Fertilizantes con algunos pequeños alumnos en dirección hacia Mejillones. Era una jornada estudiantil recreativa. Nos juntamos en la plazoleta. Llegamos sólo 3 niños. Bueno, en la “26” los cursos solían tener 6 alumnos. No era mal número. Bajamos a la playa por detrás de la “casa de Camus”, traspusimos el “varadero”, llegamos al muelle de la Sochif y seguimos por la playa. Al poco caminar nos hallábamos donde estaban los restos de dos muelles. Aún lucían los fierros levantados, representando un peligro para la natación. Eran los vestigios de Buchanan Jones.

     Al llegar al Ferrocarril nos llamó la atención un chorro de agua hirviendo que salía desde el muro por una cañería y daba directamente a la playa. “Son los condensos -dijo el profesor- aquí la empresa convierte agua de mar en potable”.

     Traspasados los dos anchos muelles del Ferrocarril –con sus grúas que nos parecieron inmensas- divisamos “el ¨Pueblo”. Mientras el minúsculo grupo conformado por el profesor y tres niños de 8 a 10 años caminaba frente a una majestuosa casona, Mario Moreno tuvo la espontánea iniciativa.

“Vengan” dijo… y los cuatro nos apersonamos ante un marino, que atendió con afabilidad al joven maestro. “Queremos conocer la Capitanía de Puerto” dijo el profe. “Con mucho gusto señor –dijo el marino- siempre estamos dispuestos a apoyar el trabajo educativo”.

     Lo que recuerdo con mayor nitidez es haber subido una escalera de caracol al interior de una torre y al salir pude ver un esplendoroso espectáculo. La fabulosa bahía de Mejillones en primer plano desde lo alto.

Escalera de caraacol que lleva al mirador superior de la Capitanía de Puerto    

     Bueno. En ese tiempo yo tenía 8 años. Desde aquel infantil episodio han transcurrido 53 años. Nunca se me borró de la mente la escalera en espiral y Mejillones visto desde la terraza superior de la Capitanía de Puerto.

     También con el tiempo me hice escritor. Me hice historiador. Construí una familia. Me hice acérrimo mejillonino. Me convertí en investigador, defensor y divulgador del patrimonio mejillonino y… ¿saben?... nunca más pude ver mi hermoso pueblo desde su edificio simbólico.

     Mirar la bahía de Mejillones desde la Capitanía de Puerto es un sello supremo de identidad. Pero… un privilegio que no está al alcance de los mejilloninos. Todos los funcionarios de la Armada asignados a Mejillones han tenido ese privilegio, a pesar de provenir de otras latitudes, sin embargo los más gloriosos mejilloninos han fallecido sin poder hacerlo.

     También debo ser objetivo. Tal situación no es antojadiza. Es propia de la naturaleza de la institución. Y así debe ser. Más allá del aspecto romántico.

     Mientras cavilaba en esas reflexiones, una amiga asistente social: Luisa Torres, se comunicó conmigo para contarme un suceso que le llamó la atención. Por labor institucional debió visitar una casa de acogida de abuelitos en Antofagasta. Mientras les hablaba de Mejillones y de la importancia histórica de la industria del guano, se sintió una voz que canturreaba “yo hice clases en una covadera…” “yo viví entre gente de las guaneras”. Luisa posteriormente se acercó y conversó con esta persona. “Dijo que había hecho clases en la escuela de la Caleta, Mejillones y mencionó varios apellidos de apoderados, como Monardes, Mundaca, Cortés, Avelino Gómez y un jefe Tapia” me narró Luisa.

     Con todas esas referencias supe que efectivamente mi amiga hablaba de un profe de la Escuela 26 y el más probable era… Mario Moreno. Quedamos de ir con Luisa pero eso nunca pasó. Ella volvió a su Chiloé amado.

     Cuento corto. Me dirigí a la Armada de Chile con el objeto de solicitar permiso para volver a la terraza de la Capitanía de Puerto. Aún estaba el tema de la pandemia por lo que se habían suspendido las visitas. Durante ese tiempo me di a la tarea de reubicar a aquel profesor de la covadera y… sí… efectivamente era Mario Moreno Carvallo.

Profesor Mario Moreno Carvallo, quien hizo clases en Escuela 26 de Fertilizantes el año 1969 y actualmente reside en una casa de reposo en Antofagasta.

     Es por eso que retomé mi gestión con la Armada, conseguí el permiso y 53 años después volví a subir la escalera de caracol para chocar con el impactante espectáculo de la bahía y pueblo de Mejillones visto desde la Capitanía. Luego me dirigí a Antofagasta, acudí al centro donde estaba el profe Moreno y con emoción pude saludarlo y darle un abrazo.

     Fue como abrazar la covadera donde me crié.

Mejillones visto desde el "campanario" de Capitanía de Puerto 50 años después de la primera visita.