Diario Electrónico de Mejillones

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Las verdades que no se dicen...

Jueves 25 de noviembre de 2021 Cultura

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UN MISTERIO DE MEDIO SIGLO

Edmundo Martínez de los Ríos

Una reciente publicación científica, en la que se describe un nuevo mineral de las guaneras de Pabellón de Pica (Iquique), me motivó a escribir este relato que evoca una serie de recuerdos de mi niñez.

   Corría el año 1972 y el Instituto de Investigaciones Geológicas (IIG) sede Antofagasta organizaba las Jornadas de Trabajo para ese año. Esos eventos, que fueron los antecesores de los futuros Congresos Geológicos Chilenos, reunían periódicamente a los más selectos profesionales de las ciencias de la tierra del país.

   En aquel momento yo era un niño de 12 años con una naciente curiosidad por la ciencia. Como vivía a la vuelta del Instituto, iba habitualmente a observar las colecciones de rocas, minerales y fósiles, para así complementar mis lecturas de libros de divulgación científica. Afortunadamente fui bien recibido por su director, el Dr. Guillermo Chong, quien viendo mi interés en la geología me orientó en mis primeros pasos, acto por el que siempre le estaré agradecido.

TRABAJO PAGADO CON CONOCIMIENTOS

  Después de un tiempo ya era un asiduo visitante del Instituto y a cambio de las enseñanzas que generosamente me daban, yo colaboraba con algunas pequeñas tareas como ordenar las colecciones, registrar los números de las muestras, etiquetar los nuevos especímenes que llegaban constantemente, todo con miras a la organización del primer museo geológico chileno, hoy museo Humberto Fuenzalida.

   Ese año 1972, a medida que se acercaban las Jornadas de Trabajo, la actividad se hizo más intensa. Había que preparar vitrinas de exhibición en los principales lugares turísticos de la ciudad, el Hotel Antofagasta, la Intendencia, la Oficina de Correos, etc., también ayudar a compaginar los programas de actividades, así como las carpetas que se les entregarían a los participantes.

   Parece que en esa oportunidad me esforcé más de lo habitual, ya que en agradecimiento el Dr. Chong me invitó a participar en una de las salidas a terreno del evento, la que se llamaba Geología y Estratigrafía de la Península de Mejillones. Pueden imaginar lo que ese viaje significó para mí. La oportunidad de visitar localidades desconocidas y escuchar explicaciones en vivo de parte de los más destacados geólogos del país, era como en un sueño hecho realidad.

GUANERAS DE MEJILLONES

   Salimos temprano y nos encaminamos hacia el norte, metiéndonos en la pampa que separa Antofagasta de Mejillones. Después de toda una mañana de escuchar términos científicos que jamás había oído y ver impresionantes formaciones rocosas, finalmente un poco después del mediodía, llegamos a las guaneras de Mejillones.

   En ese entonces el yacimiento bullía de actividad. Tengo vívidos recuerdos dearneros mecánicos en pleno funcionamiento, camiones cargados circulando, pero sobre todo del andarivel bajando su preciada carga hacia la bahía.

   Como ya era hora del almuerzo, se repartió el cocaví, después de lo cual cada una de las eminencias allí presentes buscó una piedra donde sentarse y así almorzar tranquilo. Tarea difícil bajo el ardiente sol nortino, en un ambiente ruidoso con la atmósfera cargada de un fino polvo rojizo. Yo por mi parte, después de dar un par de mordidas al sándwich, comerme la fruta del postre y regalar las dos cervezas pilsener que venían con el cocaví, salí a recorrer el entorno a ver si encontraba alguna roca interesante.

HISTORIA DE MILLONES DE AÑOS

   Las guaneras se encuentran emplazadas alrededor del morro de Mejillones, el que hace unos dos millones de años era una isla solitaria en medio del océano, separada por 20 kilómetros de la costa más cercana. La fertilidad del mar adyacente permitía que una infinidad de aves marinas, hoy extintas, subsistieran y se reprodujeran sobre las laderas de la isla, generando una enorme capa de guano que cubría las partes más bajas del roquerío.

   Después de cientos de miles de años todo el terreno emergió y la antigua isla quedo unida al continente. Incontables lluvias, junto a la camanchaca costera, fueron lavando el guano, haciendo que este perdiera su nitrógeno y se enriqueciera en fosfato, infiltrándose en las grietas de la roca, para finalmente convertirse en guano rojo o fósil.

   Geológicamente, el morro está conformado por una roca intrusiva, específicamente una tonalita, emplazada hace 175 millones de años. Se trata de una roca compacta, cristalina de color claro.Para extraer el guano había que tronar la roca o excavar bajo la cobertura coluvial, para luego mediante arneros separar el polvillo fino (que corresponde al guano), de las rocas estériles que lo acompañan. Los trozos de la tonalitaestéril los acumulaban en grandes pilas, de modo que rápidamente me vi examinando uno de esos acopios.

EL HALLAZGO

   Mientras inspeccionaba las caras frescas de la roca recién tronada, algo llamó mi atención. Sobre la superficie blanquecina del intrusivo, se veían aquí y allá impregnaciones de un mineral con un vívido color morado.Como nunca había observado un mineral con esas características, esto despertó mi curiosidad.

   Aprovechando que en aquel polvoriento rincón de tierra se encontraban las mentes más brillantes de la geología chilena, rápidamente comencé a importunarlos tratando de obtener una respuesta que despejara misdudas. La verdad es que nadie pudo darme una solución y con el tiempo fui olvidando aquel episodio. Desde la perspectiva actual, creo que tampoco debe haber sido muy agradable para ellos responder las preguntas de un mocoso fastidioso, mientras trataban de encontrar alguna sombra y almorzar en paz.

DE VUELTA A LA NIÑEZ

   Recientemente tuve la oportunidad de volver al morro Mejillones. Mientras recorría su contorno, reviví aquel pasaje de mi infancia. Todo había cambiado, el silencio reemplazó el bullicio de antaño, la atmósfera se presentaba cristalina y del andarivel no quedaban ni rastros.

   Preguntándome si todavía existirían vestigios de aquel mineral misterioso, me acerqué a las antiguas labores. Debo confesar que dude por un momento. ¿Tendría aquel mineral colores tan llamativos como lo recordaba?, o por el contrario, mi entusiasmo infantil me hizo exagerar lo que siempre fue un mineral común y opaco, con el que quizás me he vuelto a topar muchas veces durante mi vida profesional.

   No fue necesario caminar mucho para reencontrarme con aquellas rocas de mi niñez.Ahí estaban las mismas piedras que recogí años atrás, manchadas aquí y allá, con parches de un hermoso colorcarmesí, tal como lo recordaba.

   Ahora sería diferente, ya que acumulaba 35 años de experiencia como geólogo. Saqué todo mi arsenal: lupa, rallador, imán, botella de ácido, etc., pero después de un par de minutos estaba tan perplejo como hace 50 años. Si en ese momento hubiese aparecido un niño haciéndome la misma pregunta, tampoco tendría respuesta.

EL AUXILIO DE LA TECNOLOGÍA

   Afortunadamente el tiempo no ha pasado en vano. Hoy existe una infinidad de instrumental analítico que nos hace a los geólogos la vida más fácil. Tomé un par de muestras que puse a buen recaudo y después de llamar a mi primo Felipe Matthews (también geólogo), los especímenes iban directamente al corazón de un difractómetro de Rayos X.

   Al día siguiente tuve la respuesta que había esperado por 50 años. Se trataba de tinsleyita, un raro fosfato básico de potasio y aluminio, que se conoce solamente en 5 o 6 localidades del mundo. Finalmente, miles de años de intemperismo habían logrado su objetivo. Las aguas cargadas de ácido fosfórico, producto de la interacción del ácido carbónico de la lluvia con el guano, se infiltraron por las grietas del intrusivo, lixiviando parte del potasio y aluminio de la roca, para en definitiva precipitar formando resplandecientes cristales purpúreos.

   Bueno, en honor a la verdad, en 1972 era imposible que me dieran una respuesta válida, ya que la tinsleyita fue descubierta en 1984, o sea 12 años más tarde. De este modo y después de esperar medio siglo, por fin pude despejar la inquietud de ese niño.

 

Tinsleyita, de acuerdo a lámina tomada de https://www.mindat.org. En la parte superior de esta crónica aparece una segunda lámina con idéntica fuente combinada con vestigios actuales de la ex planta de la Sociedad Chilena de Fertilizantes en el Morro de Mejillones.