Diario Electrónico de Mejillones

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Las verdades que no se dicen...

Miércoles 6 de octubre de 2021 Cultura

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¿POR QUÉ NO ES BUENA UNA FUNDACIÓN CULTURAL?

Wilfredo Santoro Cerda


     Tras la reciente quiebra de la Fundación Cultural de Mejillones conviene hacer algunas reflexiones. En este momento se debe redefinir la forma de hacer cultura por lo que se deben tomar buenas decisiones.

     Respecto a las fundaciones culturales, lo primero que debo decir es que son mecanismos neoliberales. Una fórmula para que el tema cultural se aborde bajo las leyes del mercado. El artista debe transformarse en vendedor y quienes buscan cultura transformarse en clientes.

     Es por eso que en un sistema de libremercado lo primero que promueven las autoridades culturales no es la cultura propiamente tal, sino la reorientación de la actividad cultural.

     Normalmente se parte con capacitación. Consultoras que promueven como necesidad desarrollar técnicas de mercadotecnia. Luego el grueso del aporte estatal se destina a promover la comercialización. No se financia el trabajo creativo sino ferias o escenarios donde se pueda vender. Finalmente la torta de la guinda es crear una fundación. Que la cultura deje de ser responsabilidad de entidades gubernamentales y se privatice. De esta forma la cultura se autofinancia y el Estado no gasta un peso.


MODELO DE CULTURA NEOLIBERAL

     La Fundación Cultural de Mejillones fue el “chiche” de las actuales autoridades de Cultura. Respondía plenamente al modelo de mercado: cultura privatizada y Gobierno que no gasta un peso. Todo alto funcionario del Ministerio de las Culturas no se reunía con organizaciones sociales en Antofagasta, pero viajaba especialmente a Mejillones para conocer la Fundación Cultural.

    La Fundación Cultural de Mejillones era bien especial. Por ejemplo, tenía un Directorio compuesto sólo por gerentes de empresas y no por gente vinculada a la cultura. De hecho no había ningún representante cultural dentro del Directorio. Más aún, no había ningún representante social.

     Dentro de lo que hizo bien la Fundación, sin duda lo que marcó su existencia fueron los talleres artísticos destinados a niños. Eso debe ser rescatado por obligación. ¡Es muy bueno! Otra cosa buena fue la contratación de técnicos y artistas mejilloninos. Entre lo malo su falta de atención por patrimonio y literatura. En la administración anterior se buscó el autofinanciamiento mediante el funcionamiento de un cine. Iniciativa más romántica que rentable pero que denota que la tarea era producir dinero.

¿QUÉ VA A PASAR AHORA?

     El dilema en estos momentos es cómo el municipio va a administrar la cultura en Mejillones. ¿Lo hará mediante el modelo economicista y neoliberal de una fundación? ¿existe otra fórmula? ¿está siendo considerada? ¿por qué quebró la Fundación local? ¿se solucionará el problema insistiendo en la misma fórmula?

     Bien. Trataré de ir contestando a tales preguntas de forma personal.

     Parece evidente que la única fórmula que está siendo considerada en la Municipalidad de Mejillones es una nueva entidad que reemplace a la quebrada Fundación y que tenga similares características. Me parece que en estos momentos no existe autoridad ni personero alguno que explore otras vías. Por último me parece que sí existe otra fórmula que creo superior y que me dispongo a plantear públicamente a la comunidad. Para esto apelo a que tengo al menos 40 años de actividad en el rubro, por lo que algo debo saber.

¿POR QUÉ QUEBRÓ LA FUNDACIÓN CULTURAL?

     Creo que para abordar adecuadamente el problema necesariamente se debe analizar por qué quebró la Fundación. La respuesta que más se ha escuchado es por mala administración. Es evidente que fue por mala administración, pero… también deben existir algunas condiciones que permitan la mala administración. Casi siempre la causa más importante de mala administración es falta de fiscalización. ¿Quién fiscaliza una entidad cultural como la Fundación? ¿Quién se puede dar cuenta que la cosa va mal y enmendar rumbo?

     La antigua Fundación no le rendía cuenta a los concejales. Ellos sólo autorizaban partidas presupuestarias para su financiamiento, pero no le podían pedir cuenta. Es decir, todo el sistema de fiscalización municipal no corre para la Fundación, porque no es una entidad pública. Ni concejales ni Contraloría pueden controlarlos.

     Si ningún mecanismo de control estatal puede verificar los gastos de la Fundación, ¿a quién le rinden cuentas? La entidad lógica es al Directorio de la Fundación Cultural. Pero este Directorio está constituido por gerentes de empresas. Ellos podrán reclamar por los gastos, pero no por su utilización, porque los gerentes no son expertos en cultura. Más aún si las pérdidas eran cargadas a presupuesto municipal, definido por concejales que debían aprobar sin facultad de cuestionar.

     En otras palabras, el único superior real del Director de la Fundación es el propio alcalde, que suele ser presidente del Directorio de la misma entidad y que –además- es quien lo nombra en el cargo.

     Bajo esa perspectiva, toda responsabilidad administrativa queda bajo el director de la entidad, prácticamente sin fiscalización. Ahora si tal funcionario asume misiones culturales de orden millonario –como instalar un cine- y luego le aparece una pandemia… obviamente queda el descalabro.

    Bueno. Ese es el costo de manejar la cultura como empresa. Que las empresas de repente quiebran. Y la cultura no puede quebrar. Por eso creo que insistir en una entidad que reemplace a la Fundación es ir de nuevo al fracaso. Más aún si es sabido y comprobado que la fiscalización de estas entidades es prácticamente inexistente. Contraloría ni concejales pueden fiscalizarla. Sólo el presidente del Directorio, que suele ser el alcalde.

¿POR QUÉ NO UN DEPARTAMENTO MUNICIPAL DE CULTURA?

     ¿Qué otra opción existe para manejar la cultura en Mejillones? La que a mi juicio se debiera haber usado siempre: una Dirección Municipal de Cultura, cuya actividad pueda ser debidamente fiscalizada por los entes democráticamente elegidos. Un funcionario asignado de la planta municipal para el cargo de Director y los profesores de academia a contrata o a honorarios. El financiamiento de las empresas directamente a fondo municipal y desde allí reasignado por el Concejo a la Dirección Municipal de Cultura.

     La declaración de quiebra de la Fundación Cultural por parte de Marcelino fue un acto valiente, doloroso y necesario. Yo mismo había señalado por este mismo medio -hace dos años- que urgía replantear la cultura en Mejillones. Hay gente brillante en el nuevo equipo municipal. Profesionales como Manuel Tapia, que tienen la expertriz necesaria para abordar este interesante desafío.

     De la misma forma en que me sorprendió la atinada medida del nuevo alcalde, al cortar de raíz algo que venía mal también me sorprendieron los concejales. Verlos tomar un rol protagónico al insistir en abordar el tema de la cultura con la información y calma necesaria me hace sentir que vamos por buen camino.