Diario Electrónico de Mejillones

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Las verdades que no se dicen...

Miércoles 30 de julio de 2014 Cultura

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Intervención amenaza el cementerio de Grau

  Wilfredo Santoro Cerda 

Durante una de mis últimas visitas al sector La Caleta, en Mejillones, me topé con una sorpresa que a mí, como escritor, me dejó helado: la intervención en una zona que se halla a pocos metros de donde fueron sepultados los restos de Grau y su tripulación tras el Combate Naval de Angamos.

 Por primera vez se traspuso la carretera que va en dirección a La Rinconada y una empresa está realizando importantes movimientos de tierra en el lugar.

 Bien, Grau y otros 31 integrantes de la tripulación del Huáscar fallecidos en el combate fueron sepultados en ese cementerio. El almirante peruano recibió el 9 de octubre de 1879 unas exequias propias de su rango. Se hicieron presentes y le rindieron homenaje el ministro de Guerra chileno Rafael Sotomayor; el jefe del Ejército, Erasmo Escala y el jefe naval, comodoro Galvarino Riveros. Es decir, la plana mayor de las Fuerzas Armadas Chilenas.

 Los restos de Grau permanecieron poco allí. Sólo unos días y fueron llevado a Valparaíso. Los otros 31 cuerpos fueron repatriados en 1890. Sólo quedó el camposanto, como un testimonio de cuán importante ha sido Mejillones en la historia nacional.

 HAY MAS

 Pero no sólo ese tesoro alberga La Caleta. Justo entre el límite de lo que fue Fertilizantes y el actual campamento “coreano” se hallaba el galpón de la sociedad del Barón de la Riviere con José Díaz Gana. Desde allí salió el “Cangalla” los primeros días de marzo de 1870 –con su expedición-  a descubrir Caracoles, la mítica mina de plata que pobló de chilenos el Desierto de Atacama.

 Sobre ese mismo lugar se hallaban las tres hectáreas que el 24 de diciembre de 1862 el gobierno chileno traspasó a la sociedad guanífera de Juan López, Matías Torres y Juan Garday. Esta concesión dio lugar al nacimiento de Mejillones. Un Mejillones completamente chileno.

 Por último, también en ese sector se irguió orgulloso el primer edificio público del norte chileno: fue aduana interventora y consulado chileno, en un tiempo en que hubo representantes consulares en este puerto. Tal edificio aún existe. Fue trasladado a Antofagasta en 1888 y ahora es el Museo Regional, en calle Balmaceda. 

La Caleta es el casco urbano original de la ciudad de Mejillones. Y de un Mejillones inmensamente trascendente en la historia nacional. Para muestra los botones que hemos mencionado: El “Chango” López descubrió abundantes vetas de guano, lo que reavivó el conflicto con Bolivia; desde allí salió la caravana que descubrió Caracoles y en su cementerio fue sepultado el almirante Grau.

 Tal paraíso histórico se mantuvo increíblemente intocado por un hecho completamente accidental: quedó en manos de la Armada. Y esta institución lo destinó como base naval. Por eso tal terreno fue resguardado hasta la década del 80 por la Infantería de Marina. 

Junto a Florentino Novoa Saavedra detectamos esta feliz circunstancia y pensamos que se podía realizar una acción futurista. Preservar ese lugar como Zona Patrimonial y destinarlo vía Plano Regulador para una futura universidad.

 Realizamos tal solicitud al Concejo Municipal como Escuela Literaria “Azotacalles” y lo defendimos ante los honorables en sesión del 4 de agosto del 2011, lo que quedó en la respectiva acta. Tanto Florentino como yo dejamos de pertenecer a “Azotacalles” y nunca recibimos respuesta. Es por eso que ahora lo solicito formalmente, con la convicción que Florentino me apoya en su silencio literario. 

LO QUE DEJAMOS IR

 Los mejilloninos hemos perdido tanto. Esa indolencia tan grande que hemos tenido en todos los tiempos. Nos quedamos sin el “Chata Liffey”, sin el andarivel de Fertilizantes, sin el Teatro “Alianza”, sin el “Ferroviario” y nadie nunca defendió esos ni otros patrimonios.

 Yo siento que mi generación –que es la misma de nuestras autoridades- tiene una tremenda deuda con Mejillones. Nosotros recibimos un paraíso. Un mar lleno de recursos, un ambiente sin contaminación y una sociedad sana y solidaria. ¿Cómo estamos entregando ese Mejillones? con sus recursos depredados por la pesca industrial, con su aire y mar contaminado y con una sociedad consumida por el individualismo y las drogas. 

El dinero y la necesidad de cargos no lo es todo en la vida. Es importante tener una trayectoria donde se identifique haber sustendado algo noble: haber preservado el ambiente, haber defendido el patrimonio histórico. Que los nietos nos recuerden como hombres que contribuyeron a un mundo mejor y no sólo a defender el interés de los poderosos.

Es por eso que solicito formalmente al Concejo Municipal –donde tengo claro que no me quieren- que vean la posibilidad de preservar esa inmensa acumulación de historia que guarda La Caleta. Que analicen con el corazón si es posible convertirla en una zona patrimonial y lograr que los jóvenes del futuro reciban algo –muy mínimo- de lo que recibimos nosotros.

 Porque no es posible que el casco urbano original de Mejillones siga convertido en un lugar destinado al movimiento de tierra. Por alguna vez defendamos nuestro patrimonio.

 

 

En este lugar  fue sepultado el almirante Grau y su tripulación tras el combate naval de Angamos.