Diario Electrónico de Mejillones

Fundado el 2 de noviembre del 2001

El poeta metropolitano....

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Cartas al Director

 

SUEÑO DEL POETA METROPOLITANO

 

Salir a la calle una noche de insomnio

a recoger metáforas frescas y recién nacidas

es el sueño del poeta metropolitano.

 

Y las imágenes, como los potros salvajes,

nacen cuando las pampas lloran la lejanía

del mar que las enviudó una tarde de diluvio

y quedaron con el placer ahorcado

de la adolescente enamorada del poeta sin tierras.

 

Y el llanto de la viuda  envía sus lágrimas

en una loca bandada para que muchas de ellas

entreguen su mensaje justo al último haz

de su largo y profundo nombre: lágrimas.

 

Soledad de la poesía en una cama sin marido

por ausencia del amor;

el poeta metropolitano sufre junto a las calles

de la madrugada abortada.

 

Salir al parque una noche en que las estrellas

entreguen su fulgor a la luna,

para celar al sol ausente

y derramar su éxtasis sellando los párpados mortales;

es el sueño del poeta metropolitano.

 

Encontrar anidando las palabras para criarlas

como hijos adoptivos y enseñarles que el ritmo

lo construye un modisto de Paris

para implantarlo en las boutiques;

es el sueño del poeta metropolitano.

 

Acercarse hasta los poros henchidos de hedor axilar

durante el momento de una gitana y un diplomático;

fotografiar el instante cuando las manos huyen de esta tierra

crucificándose en el aire para establecer contacto con el vapor de las nubes;

es el sueño del poeta metropolitano.

 

Llegar escondido detrás de un frac con una orquídea muerta en el ojal,

cuando la novia hace llorar a Cristo por su virginidad insegura;

es el sueño del poeta metropolitano.

 

Mostrar sus hojas recogidas en el último otoño,

en una feria pública con escaparates de vidrio:

es el sueño del poeta metropolitano.

 

Mi sueño: ser poeta rural.

 

MAGÍSTER

De sus bolsillos cargados de palabras usadas saca su voz para largarla hasta los confines de nuestros oídos que ya no escuchan ni el murmullo de las palomas revoloteando en el techo de la sala de clases. Se reflejan, en sus ojeras lánguidas y antiguas, muchos libros colgando de sus pestañas grises por la nieve del pizarrón. Como siempre llega entusiasmándonos con historias anecdóticas de personajes perdidos ya en la tarde del sombrero de copa. E, imitando a los magos, trata de mostrarnos la sonrisa intencional y sus ganas de vivir. Pero le notamos el cansancio y esa sonrisa se transforma en una nube densa y silenciosa de palabras para lo que hoy corresponde comentar conociendo la historia de las matemáticas; números, cifras, rayas y jeroglíficos se revuelcan en la atmósfera pasada como el desierto en un valle cualquiera de su pensamiento. El cigarrillo arrugado que de vez en cuanto apretan sus labios, apaga aun mas su eco de sus aplicaciones. Y, el humo que busca la salida gris de sus pulmones se reparte en la salita de conferencias para estudiantes. Con esto, el magíster tambien busca un escape repentino como el paseo de sus zapatos carcomidos por los pasillos del colegio de segunda categoría y cañerías viejas como su vocación. Se ha creado el propósito de mantenernos la atención durante noventa minutos con la promesa de que las autoridades lo premiarán cuando cumpla diez mil novecientos días de pie, frente al cuadro negro. 

Se le nota cansado y humilde imitando a don Alonso Quijano. Reza las frases estereotipadas y los discursos repetidos acumulado bajo su brazo derecho desde su debut en una alfombrada sala de clases. Nosotros, intentamos distraer y apoderarnos de su atención, arrojando papelitos arrugados del tren subterráneo que recorre la ciudad desvertebrando los caminos acostumbrados. En el aire, pedazos de tiza y algunos traviesos compañeros se lanzan puñetazos por una felicitación camuflada por la inteligencia muerta para liberarse de la cárcel de juguete y trayendo al magíster, hacia nuestra loca adolescencia.

Algunos, pensamos que el debe hacer lo mismo que acostumbraban todos los hombres: amar a una mujer, como es amado por su corbata que no lo abandona ni siquiera los domingos por la mañana en su paseo por la plaza publica, mirando los niños que con sus caprichos para elevarse con un globito imaginario persiguiendo las palomas de la catedral. Recordará también, las fotografías de cajitas artesanales que regalara a su amada, para reemplazar una flor promesante de su amor. La juventud anidada en el espíritu suyo, entenderá la música de los muchachitos multicolores, bajo un cielo azulado interpretando una pieza de jazz negroide estableciendo contacto con los habitantes de las esperanza viva, destellante y fugaz que dinamizan los pies con los compases lanzados desde el escenario exclusivo para los músicos del domingo. Su padre llegara escondido a su memoria, en el reloj colgado de su chaleco moderno que cambó la apariencia del cabalero viejo y cargante que obliga a mirarlo, comiéndose la lengua cuando ya no soporta el rigor del desorden fabricado por nosotros para no escuchar las historias repetidas, rechazadas hasta por sus dientes.

 De esa forma, pasamos una clase cotidiana en nuestros aposentos de metal y madera, para nacer y morir cada minuto en nuestra silla de colegio metropolitano, hasta que el profesor ordene retirarnos y esparcirnos como las letras de un abecedario primitivo. Sin embargo, hoy día, él, llegó con una extraña preocupación arrastrada por su frente: le resta un año todavía para solucionar el premio, testimoniado su larga vida profesional con una pasión vitalicia que no alcanza a realizarse, porque su corazón a dejado de funcionar en esa oscura sala de clases.

 
 

Patricio Tapia Fredes

(1948-2013)

Luego de Agrella, el escritor más importante de Mejillones. Nac en Calama, en 1948. Desde los ocho años de edad resid en la mencionada ciudad, que él nombraba "Puerto de las Mejillas Grandes".

Su inicios lo marcan la poesía. Luego lo entusiasma la narrativa. Fundador del grupo literario "Génesis Poético" y Escuela literaria "Azotacalles. Participó además en la creación del Liceo de Mejillones, donde fundó la Biblioteca "Andres Sabella".

Patricio Tapia Fredes fue profesor de Castellano. Reconocido a través de innumerables concursos y premios literarios. Autor del poema "Sueño del poeta metropolitano", joya de la lírica nortina.

El 16 de enero del 2004 lanzó su primer libro, "Veinte cuentos y la primavera no llegó", selección de cuentos. También publicó la novela "Parto de las Mejillas grandes", de la cual existen reediciones.

Dejó de existir el martes 19 de febrero del 2013 -a los 64 años- en la ciudad de Rancagua, lugar donde reposan sus restos.